Lukasz Firla
Escrito originalmente en inglés
Las comunidades Wounaan de Buenaventura exigen garantías para vivir con dignidad y paz
A través de una serie de artículos, queremos compartir y amplificar las luchas de tres comunidades indígenas Wounaan que construyen refugios de paz, protegen sus formas de vida ancestrales y reclaman por su territorio y sus derechos en medio de la violencia perpetrada por los grupos armados en guerra, las crisis humanitarias y los desplazamientos forzados en Buenaventura y la cuenca baja del río Calima.
Como Colectivo Solidario Acción Permanente por la Paz, nos preocupa mucho la profundización de la crisis que enfrentan actualmente las tres comunidades, en formas distintas pero interconectadas. Nos preocupa que las voces de lxs miembrxs de las comunidades sigan siendo ignoradas por quienes tienen la responsabilidad de responder. Se ha hecho evidente que es necesario tomar medidas de respuesta concretas y serias inmediatamente.
Parte 1: Santa Rosa de Guayacán
"El día de nuestro regreso estuvo lleno de alegría", compartió con nuestro equipo uno de los líderes de la comunidad indígena Wounaan del Resguardo humanitario biodiverso de Santa Rosa de Guayacán. Después de sobrevivir durante 25 meses en pésimas condiciones humanitarias en el desplazamiento forzado en la vecina ciudad de Buenaventura, y de agotadoras negociaciones con diversas instituciones, 31 familias Wounaan Nonam recibieron finalmente luz verde del gobierno nacional y regresaron colectivamente a sus hogares el 20 de diciembre de 2023. Sin embargo, cuatro meses después de su retorno, la situación de las 154 personas que hacen parte de la comunidad, de las cuales 94 ni siquiera han cumplido los 18 años, dista mucho de ser la prometida. Las enfermedades transmitidas por el agua se han extendido entre lxs niñxs, la comunidad se enfrenta a una crisis alimentaria y la presencia de los grupos armados sigue amenazando la permanencia y la preservación de la vida civil en el territorio.
El Resguardo Humanitario Biodiverso de Santa Rosa de Guayacán está situado en la orilla izquierda del río Calima, unos kilómetros antes de que desemboque en el río San Juan, el cual poco después forma un enorme delta hasta que sus aguas llegan al océano Pacífico. La zona próxima al encuentro de los dos ríos ha sido el hogar de decenas de comunidades negras e indígenas Wounaan, cuyos medios de vida tradicionales se basan en la pesca, la caza, la agricultura y la producción artesanal. Las operaciones de los grupos armados, tanto paramilitares, como guerrilleros y las fuerzas militares, no sólo han perturbado gravemente la vida de las comunidades, sino que las han obligado a repetidos ciclos de desplazamiento forzado.
Las familias de Santa Rosa de Guayacán se vieron obligadas a abandonar su territorio cuatro veces en las últimas dos décadas: en 2004, 2011, 2017 y en noviembre de 2021. El desplazamiento más reciente fue el resultado de la intensificación de las amenazas y las repetidas incursiones de personas armadas, miembros del mayor grupo paramilitar de Colombia en la actualidad, las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), en la comunidad, y de la intensificación de los enfrentamientos armados con el grupo guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN), seguidos de la entrada de la Infantería de Marina colombiana en la comunidad, tal y como informan la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz y Comunidades Construyendo Paz en Colombia (Conpazcol).
La comunidad de Santa Rosa de Guayacán no fue la única comunidad que tuvo que huir de la zona en busca de protección. El recrudecimiento de la guerra por el control del territorio entre las AGC y la Infantería de Marina colombiana, por un lado, y el ELN, por otro, ha forzado a la mayor parte de la población civil a desplazarse a las ciudades de Buenaventura y Cali. Según un informe de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), “...entre agosto de 2021 y enero de 2022 se han registrado catorce desplazamientos forzados masivos (que afectan a 2.128 familias, 6.523 personas) y cuatro confinamientos de comunidades afrodescendientes e indígenas (que afectan a 1.181 familias, 3.863 personas) en el municipio de Buenaventura, con el agravante de las comunidades de la cuenca baja del río Calima y la comunidad indígena Wounaan, que han sido desplazadas y confinadas en más de una ocasión en este intervalo de tiempo.”
En abril de 2022, el equipo del Colectivo Solidario fue testigo directo de la situación del territorio vaciado de la región del Bajo Calima durante un acompañamiento a líderes del Consejo Comunitario de la Cuenca Baja del río Calima, el cual reúne a nueve comunidades negras de la región, en una visita exploratoria para evaluar la posibilidad del retorno. A pesar de los repetidos intentos y ciclos de diálogos que se han llevado a cabo entre las comunidades negras y el pueblo Wounaan con representantes de instituciones gubernamentales, sólo la comunidad de Santa Rosa de Guayacán ha podido regresar a su territorio, mientras que otras continúan discerniendo y negociando sus opciones para un retorno seguro.
El retorno de la comunidad estuvo lleno de alegría, esperanza y expectativas, y fue presentado como un gran "éxito" por varias instituciones gubernamentales [1]. Sin embargo, con el paso de las semanas y el silencio de las instituciones, la alegría de la comunidad empezó a convertirse en preocupación y, finalmente, en miedo y desesperación. Cuando una delegación de Colectivo Solidario Acción Permanente por la Paz visitó Santa Rosa de Guayacán a mediados de marzo de 2024, lxs líderes hablaron de serias preocupaciones por la falta de alimentos, el miedo y la inseguridad siempre presentes, el deterioro de la situación de salud, especialmente entre lxs niñxs, debido a la falta de agua potable, y el fracaso del gobierno en el cumplimiento de lo prometido. Los miembros de la comunidad no pueden cultivar, ni recolectar alimentos, ni cazar, debido a la continua presencia de los actores armados en la zona. Tampoco pueden comprar alimentos, ya que la principal forma de obtener pequeños ingresos solía ser la venta de las artesanías hechas por las mujeres de la comunidad, pero ahora no hay nadie que las pueda comprar.
Enrique Ortiz, secretario general del cabildo Santa Rosa de Guayacán y profesor de la escuela primaria, les dijo a la delegación del Colectivo, “Exigimos que el gobierno nacional cumpla sus promesas y haga un seguimiento de los compromisos que nos dieron para nuestro retorno (...) Queremos vivir en paz y tranquilidad. Queremos poder ir a nuestros caseríos sin miedo ni zozobra".
A finales del mes de abril, las preocupaciones de la comunidad ya se convirtieron en una grave crisis humanitaria. Actualmente, la comunidad necesita desesperadamente ayuda humanitaria y exige que el gobierno y las diversas instituciones del Estado cumplan sus promesas y obligaciones. Si pronto no se implementan acciones concretas y apropiadas, la comunidad podría no tener más opción que abandonar nuevamente sus hogares y su territorio.
Como Colectivo estamos profundamente preocupadxs por la crisis humanitaria que vive en estos momentos el Resguardo Humanitario Biodiverso Santa Rosa de Guayacán. Cada vez es más claro que el momento de tomar acciones concretas tiene que ser ahora o sino podría ser demasiado tarde.
Notas
[1]Por ejemplo, la Unidad de Restitución de Tierras y la Unidad de Víctimas mostraron el retorno de la comunidad de Santa Rosa de Guayacán como un éxito.
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